varrona
Sobre el autor

Manuel Rodríguez Sarabia "Varrona"

Por: Silvia Rodríguez Izaguirre

Manuel Rodríguez Sarabia, mejor conocido por todos como Varrona, forjó un estilo único y propio en la pintura, logrando con su preparación, trayectoria y obra, ser referente en las artes plásticas no sólo de Baja California, sino a nivel nacional e internacional.

Varrona nació un 28 de mayo de 1936 en Tijuana, Baja California, donde sus Padres, Otilia Navarro y Melitón Rodríguez, oriundos del estado de Sinaloa, se establecieron en 1935.

Varrona desde temprana edad dio muestras de ser un niño sensible, pues mientras todos los niños jugaban canicas y a la pelota, él se apartaba en su mundo de colores y prefería dibujar. Su pasatiempo preferido fue dibujar los personajes de Walt Disney y súper héroes del momento. En la escuela primaria tuvo el sobrenombre de “el poeta” por su manera de escribir y expresarse. A los 14 años conoció en Ensenada a Jacques Bitterlin, fotógrafo y pintor, con quien entabló amistad y tuvo sus primeras conversaciones sobre pintura y arte, mediante las cuales descubrió que quería estudiar pintura; pero su padre, exitoso comerciante mayorista en Tijuana Don Melitón, como todos lo llamaban, observando sus capacidades académicas deseaba estudiara medicina o derecho, sin embargo Varrona seguro de su vocación, mantuvo su postura de estudiar pintura en la Ciudad de México, a lo que Don Melitón, enojado le ordenó dejara de perder el tiempo con dibujitos; acto seguido lo sacó de la escuela y lo puso a trabajar en sus negocios.

Varrona persiste, y dos años más tarde partió a la ciudad de México, con la dirección y teléfono en el bolsillo de Federico Cantú, conocido pintor, escultor, grabador y muralista, con quien poco tiempo después entabló amistad, y quien, al conocer sus inquietudes y deseos de aprender la pintura, le aconsejó acudir a la escuela de pintura y escultura La Esmeralda, “ve como oyente y si ves que te gusta, te inscribes” le dijo. Varrona narraba el suceso en entrevistas y platicas cotidianas: “No necesité tardarme tanto, la primera vez que entré al salón de clases en La Esmeralda y vi veinte locos como yo pintando, supe que había llegado a mi planeta, ahí empezó mi vida como pintor”.

Algunos de sus maestros fueron Ruth Rivera -hija del muralista y pintor mexicano Diego Rivera, con quien trabajó la pintura y escultura, Alfonso Ayala -que fue alumno del pintor Orozco, Arturo Estrada -uno de los llamados “Fridos” por haber sido alumno de Frida Kahlo, Santos Balmori -a quien Varrona consideró el mejor maestro en composición que tuvo, y Ceferino Palencia -con quien estudio dibujo lineal e historia del arte. Bajo su dirección empezó sus primeros lienzos como pintor y tiempo después inició su participación en exposiciones y fue en una de ellas, donde sus compañeros y amigos pintores le preguntaron sobre un cuadro que estaba firmado como Manuel Rodríguez y él les aclaró que no era de él, ante la insistencia, esa noche se prometió no dormir hasta encontrar el nombre que lo identificaría: “Varrona”, resultado de invertir las sílabas de Navarro, primer apellido de su madre, que por un capricho de su padre cambió al registrarlo.

Fue también en La Esmeralda que conoce a Martha Izaguirre Valadez que compartía el gusto por la pintura y sería su esposa y madre de sus tres hijos, contrayendo nupcias en el año de 1955.

A finales de 1957, recibieron la visita de Don Melitón en México, quien le ofrece ayudarlo con la promesa de trabajar medio tiempo en sus negocios, y darle tiempo para pintar. Varrona regresó con su padre a Tijuana llevando a su esposa y su primera hija Silvia.

A su regreso, se encontró que prácticamente no había cambiado nada en cuanto al arte, su difusión, teniendo pocos lugares para exponer sus pinturas. Se rodeó de personas del medio artístico y teatral, donde conoció a Luis G. Basurto, periodista, guionista y escritor de obras de teatro, quien presentaba sus obras teatrales con actores destacados del momento, como Ofelia Guilmáin, Raúl Ramírez y muchos otros, en el teatro El Novo, ahí Varrona, ayudaba y aportaba con sus conocimientos y dotes artísticas a la escenografía para las funciones, al mismo tiempo que prestaba sus pinturas como parte de la misma. Es en El Novo, que se llevó a cabo la exposición colectiva “Generación Plástica Tijuanense” en el año de 1960, sus obras fueron publicadas en los periódicos locales y por primera vez, el Profesor Rubén Vizcaíno Valencia, dedicó una página entera a su estilo y sus pinturas “Humanidad” y “Maternidad”, las cuales ya no existen, porque años después, en un viaje de negocios a México, Don Melitón, quien visito la casa donde vivían sus nietos, tomó dichas obras y se las lleva junto con otras quince de paisajes urbanos de la Avenida C, el Jai Alai, El quiosco del Parque Teniente Guerrero, El Puente México, Panorámica de Tijuana, todas una vista de día y otra de noche, (una de estas obras la adquirió el dramaturgo Luis G. Basurto), escenas de cabaret y varios autorretratos que estaban ahí, para después, al no saber qué hacer con ellas, las dejó en casa de una hermana que vivía en Estados Unidos, y que un frio invierno, decidió usarlos como leña. Un duro golpe para Varrona, para el arte y su historia.

La promesa de su padre Don Melitón, no se cumplió, y dos años más tarde, con su segundo hijo Germán, nacido en Tijuana, Varrona regresó a México y mientras pintaba y buscaba los medios para subsistir, meses después llegó su tercera hija Norma. Con serios problemas tanto económicos, como maritales, Varrona y su esposa se separaron, y él que se encontraba anímicamente mal, parte a Yucatán, donde residió por cinco años.

Fascinado por la cultura maya, su historia, tradiciones y el colorido de la ciudad, se dedicó a pintar una serie de obras de las que nació su colección “Visión Rítmica de Yucatán”, exposición que se llevó a México y en su regreso a Tijuana siete años después; y de la cual vendió varios cuadros. Con el producto de esa venta, cruzó hacia la lejana Francia al otro lado del Atlántico y se instaló en su capital París por veinte años. Ya estando ahí se enriqueció con la cultura, la pintura, sus museos, la bohemia y aprendió perfectamente el idioma, el cual impartió hasta sus últimos días. Es en París, donde encuentra de nuevo el amor, contrayendo segundas nupcias con Micaela Díaz, quien tenía un hijo, Axel; matrimonio que duró más de diez años, formando así con ellos dos, una nueva familia en Francia.

Ya establecido, ingresó en la “Ecole des Hautes Etudes en Sciencies Sociales”, donde estudio Sociología del Arte. Se desarrolló en el medio artístico y conoció a varios pintores, escultores y músicos, mismos con los que mantuvo lazos de amistad toda la vida; con ellos y junto con la familia de su esposa, aprendió y se adentró en la música clásica mejor conocida por él cómo música de cultura, pues casi todos ellos eran maestros de arte y música en París. Uno de ellos, es quien lo introdujo al grupo de pintores “Concordance” y juntos iniciaron una serie de exposiciones colectivas en varios lugares alrededor de París. En 1970 consiguió la mención honorifica en el “Concours de la Palme d’Or des Beaux Arts” en Montecarlo con su obra “La creación del hombre”.

En el año de 1974, gracias a su amigo y pintor ecuatoriano Miguel Yaulema, obtuvo una exposición individual en Berlín, Alemania, a la que se siguieron otras más, asimismo, de 1974 a 1976 fue corresponsal de la revista francesa Arte y Noticias dedicada a las artes plásticas. En sus entrevistas dijo haber pintado alrededor de 200 obras en su estancia en París, de las cuales trajo consigo solo algunas, dejando un número importante en el que fuera su hogar, otras las obsequió a sus amigos, y otras fueron adquiridas por coleccionistas de varios países del mundo.

En 1987 regresó a Ciudad de México y de ahí a Tijuana donde retomó su actividad artística con más fuerza que nunca, formando parte del Consejo Consultivo de Pintores y Escultores del Municipio de Ensenada. Al año siguiente participó en “La Primera Jornada Plástica de Baja California” y en 1989 en la “VI Bienal Plástica de Baja California”, ganó el segundo lugar con la obra “A su imagen y semejanza” y en el mes de septiembre, en el marco del Centenario de la ciudad de Tijuana, participó en la exposición “Reencuentro de González Navarro y Varrona”, mismo mes en que se inauguró su mural “Evolución y Anti-entropía, en la biblioteca Gustavo Aubanel Vallejo.

Entre el año de 1990 a 1994, participó en varias exposiciones colectivas junto con otros pintores, colegas de Tijuana, entre ellas “Colectiva Navideña”, “Proyecto Evalles-Urrea-Varrona”, “Evalles-Mayroz-Varrona” y consiguió el segundo lugar en “Colores de la Vendimia” organizada por Vinos LA Cetto, en Valle de Guadalupe, le siguió su exposición “Picto-Melomanías” la que se describió en periódicos como “hermosísimas obras expuestas en un gran salón del CECUT, en lo que fue un impresionante acto inaugural, pictórico-musical, donde el gran guitarrista José Alberto Ubach interpretó dos obras de Varrona, que gracias a arreglos de Ubach ganaron justos aplausos” Asimismo, el profesor Rubén Vizcaíno Valencia, volvió a dedicar varios artículos en periódicos, en los cuales hablo ampliamente de su estilo y su obra.

En el año de 1996, Varrona junto con los pintores Nina Moreno, Rubén García, Carlos Coronado, Ruth Hernández, Manuel Aguilar y Francisco Chávez, realizan la exposición “Siete Artistas Bajacalifornianos” auspiciada por el Seminario de Cultura Mexicana, corresponsalía Tijuana en México; y a su regreso encuentra que su padre falleció. Varrona empujado por el dolor de la muerte de su padre y los desencuentros por problemas familiares, opto por viajar a la ciudad de México, donde se quedó a radicar por varios años, en los que convivió y disfrutó otra vez de la tranquilidad y ambiente familiar con sus hijos y nietos, al tiempo que impartía clases de pintura y francés en el Centro Cultural de Azcapotzalco y Casa de la Cultura Roberto Gayol, pintaba y participaba en algunas exposiciones organizadas por el Gobierno del Distrito Federal. De las más sobresalientes “Caprichos y Entropias de Varrona” y “Pictomelomanías” celebradas en el Club de Periodistas de México en 1999, teniendo amplia difusión en los medios. En el año 2002 colaboró en la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas (SOMAAP), como presidente del Comité de Vigilancia.

Después de largo lapso de tiempo, decidió viajar a Ensenada para pasar fiestas decembrinas con su madre y hermanos, viaje en el cual se reencontró con amigos entrañables y personalidades académicas que lo recibieron con calidez, reconocimiento y el ofrecimiento de regresar a impartir clases de pintura, francés y apreciación del arte, mismas que en años anteriores enseño en varias instituciones de conocido renombre. Regresó y se quedó en Tijuana haciendo lo que más le gustaba: pintar, compartir conocimiento, asistir y estar presente en todos los eventos culturales, musicales y artísticos. Amante incansable de la lectura y cinéfilo también, estaba rodeado de personas con las que disfrutaba largas veladas acompañadas de un buen vino y una “sabrosa discusión”, que después narraba en cartas que iban y venían entre su hija Silvia y él.

Fue Delegado de la Sociedad Mexicana de Autores de las Artes Plásticas de 1988 a 1996, organizador del “Tercer Encuentro Nacional de Artistas Plásticos” en Tijuana, Baja California en 1992, y formo parte del Patronato del Archivo Histórico de la ciudad.

En cuanto a lo académico, impartió clases de francés en la Universidad Autónoma de Baja California; desempeñándose como maestro de francés y apreciación del arte en el CETYS Universidad, y en el Centro Cultural Independiente “La Escala”. Impartió cátedra de Historia de la Música en el Conservatorio de Tijuana, talleres de pintura en el CESUN Universidad, además de cursos en el Colegio Mentor Mexicano, Instituto de Cultura de Baja California (ICBC), e Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC), entre otros.

En el año 2005, paso a formar parte del “Paseo de la Fama” y en el 2006, es nombrado “Creador Emérito” por el Fondo Especial para la Cultura y las Artes de Baja California (FOECA), posteriormente, en el año de 2009 es reconocido como “Forjador de Baja California” (Fundación Acevedo, A.C.).

Durante su trayectoria fue objeto de numerosos homenajes, como el que se celebró en el Seminario de Cultura Mexicana el 28 de mayo de 2008, por sus 50 años de trayectoria artística y su natalicio; mismo homenaje que se replicó diez años después por 60 años de trayectoria y su cumpleaños número 80, en el Centro Cultural Tijuana (CECUT) en mayo del 2016.

Varrona, dejó su legado con el mural en La Cite Universitaire de Paris, en Francia en 1969. Y con sus murales “Evolución de Tijuana” en el Palacio Municipal en 1989, “Evolución y Anti-entropía del Saber” en la Biblioteca Gustavo Aubanel, y “A mis amigos” en el Pasaje Rodríguez inaugurado en el año 2012.

Se ha publicado sobre su obra en diarios de México, Estados Unidos y Francia, en la edición francesa de Penthouse 1980 y revista cultural Mexicana “Tierra Adentro” entre otras, asimismo, se puede leer en los libros Panorama Histórico de Baja California, editado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UABC en 1989, en el Diccionario Enciclopédico de Baja California, editado por el Gobierno del Estado y el ICBC en 1989, en el libro de arte “Treinta Artistas Plásticos de Baja California”, editado por el CNCA-CECUT en 1998 y en el libro “Tres Visiones de la Plástica Bajacaliforniana” presentado el 29 de julio del 2018, bajo el auspicio del Gobierno del Estado ICBC y CONACULTA.

Fue maestro influyente en varias generaciones de artistas pintores en Baja California y en otras entidades y es considerado pilar de la plástica bajacaliforniana. Él se consideraba a si mismo simbolista y no surrealista como muchos lo calificaban, así lo expresó en últimas entrevistas, donde dijo haber participado en más de 60 exposiciones colectivas y 35 individuales a lo largo de su trayectoria.

Impartió talleres de dibujo y pintura en la Casa de la Cultura San Antonio de los Buenos, y posteriormente ingresó al programa comunitario del Centro Cultural Tijuana (CECUT), dando conferencias cada mes sobre la historia de la plástica bajacaliforniana, donde gustoso narraba parte de su trayectoria y vida; sesiones que se llevaron a cabo sin falta, siendo la última el jueves 12 de marzo del 2020; año en que su salud se fue deteriorando, y se agravó con la tristeza y depresión por la cancelación de sus conferencias y clases, debido a la pandemia ocasionada por el COVID. Dos meses más tarde, parte junto con su hija Silvia a la Ciudad de México, presentando clara mejoría y en un par de meses vuelve a pintar. Sin embargo, semanas después recae para ya no levantarse, dejando así sus últimas dos obras inconclusas, una de ellas dedicada al tema político del cual gustaba pintar y expresar su sentir y pensamiento, y la otra, a petición de su nieta Silvia Alicia y por encargo de ella, en la que expresa otro tema favorito, el átomo, el universo y que somos parte de él.

Con la fortaleza y lucha que en vida lo caracterizó, después de once días; la enfermedad de sus pulmones y corazón ya diagnosticadas un par de años atrás, fallas en el riñón izquierdo y contagio de Covid-19, fallece en la Clínica 48 del IMSS, alcaldía Azcapotzalco de la ciudad de México, el 8 de septiembre de 2020.

Varrona deja el plano terrenal haciendo lo que más disfrutó en la vida, ¡pintar!

Bibliografía

• Libro Gabriel Rivera Delgado, su labor en el Archivo Histórico de Tijuana.
• Libro Exposición del 1er. Salón SOMAAP, 2002.
• Revista del Gobierno del Distrito Federal, delegación Azcapotzalco.
• Publicaciones en periódicos durante toda su trayectoria.
• Panfletos, documentos y escritos de mano propia.
• Narraciones de su vida y obra de viva voz.
• Cartas escritas a sus hijos.

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